"Vengo de una ciudad enorme, gigantesca, con multitudes, ruido... y llego aquí donde todo es antiguo, limpio y agradable... como si no fuera de este mundo, exótico. Cuando me vaya el sábado tendré la sensación de haber vivido un cuento de hadas...". Éstas fueron las palabras que pronunció Woody Allen en Oviedo
cuando acudió hace seis años a recoger el galardón de los
Premios Príncipe de Asturias. El cineasta neoyorquino quedó embelesado por la pequeña ciudad, como seguramente lo haga el caminante que se decida a explorar esta carismatica localidad del norte español. Y es que
Oviedo esconde multitud de rincones de ensueño que el visitante podrá disfrutar durante su estancia.
La estación de tren recibe a los foráneos en el centro de la ciudad al estar situada en la comercial y transitada Calle Uría. Una estación majestuosa que introduce al extraño en la especial atmósfera ovetense. El paseo por "La Uría" ofrece la posibilidad de un día de compras por sus populares tiendas y grandes almacenes. Si no se deja absorver del todo por los llamativos escaparates, podrá percatarse de la existencia de algunas fachadas características del siglo XIX, época en la que se decidió construir la arteria principal de la ciudad. Casas y chalets al estilo de la colonia americana se entremezclan con edificaciones propias ya del siglo XX.
En el último tramo de la larga calle, el caminante tropieza con el pulmón de la ciudad: el Campo de San Francisco. Los orígenes de este famoso parque se remontan al siglo XIII cuando se funda un monasterio franciscano en esos terrenos y el conocido campo nace siendo el propio huerto del convento. Un jardín botánico con decenas de especies, un quiosco de música del siglo XIX, el popular estanque de patos; son, entre muchos otros, algunos de los rincones que guarda el campo de San Francisco.
Frente al céntrico parque, de cara otra vez a la calle Uría, se puede ver la Plaza de la Escandalera donde se encuentra la
popular estatua titulada "La Maternidad" del escultor colombiano
Fernando Botero. Popularmente se le denomina "la gorda" y es punto de encuentro para los ovetenses. Por una de las esquinas de la plaza se asoma el
Teatro Campoamor. Escenario de la entrega de los Premios Príncipe de Asturias, este emblemático teatro se erigió a finales del siglo XIX para que la incipiente burguesía pudiera disfrutar de ópera y otro tipo de espectáculos. La fachada principal todavía revela signos de aquella época. En una plaza que se abre delante de una de las paredes del teatro, se aloja el
carbayón (gran roble en asturiano) y que da nombre a los vecinos de la ciudad. Los carbayones se han reunido en torno al centenario árbol a lo largo de su historia.
La catedral de Vetusta, principal escenario de
La Regenta de Clarín, sigue siendo hoy uno de los lugares con más encanto de la localidad. La Santa Basílica Catedral de San Salvador, de estilo gótico, preside el casco antiguo y ante ella se abre un plaza peatonal llena de bullicio tanto de día como de noche. Allí también se encuentra la estatua conmemorativa de Ana Ozores, la Regenta, posando para los múltiples turistas que desean hacerse una foto con ella.
A pocos pasos de la catedral nos encontramos con la Plaza del Fontán, pequeño espacio porticado de casas de diversos colores con amplios soportales. En el Fontán, miércoles y sábados se lleva a cabo el mercado de la ciudad. El novelista
Ramón Pérez de Ayala, ovetense célebre, describió con cuidadas palabras el curioso rincón:
Un ruedo de casas corcovadas, caducas, seniles. Vencidas ya de la edad, buscan una apoyatura sobre las columnas de los porches. La plaza es como una tertulia de viejas tullidas, que se apuntalan en sus muletas y hacen el corrillo de la maledicencia. En este corrillo de viejas chismosas se vierten todas las murmuraciones y cuentos de la ciudad. La plaza del mercado es el archivo histórico de Pilares [Oviedo].Las sidrerías que acoge el Fontán y el denominado Bulevar de la Sidra, la Calle Gascona, son buenos sitios para poder degustar la tradicional comida asturiana y una (o unas) buena sidrinas.
La fabada, los escalopines al cabrales, los chorizos a la sidra, los frixuelos, las casadiellas; conforman un amplio menú que en Oviedo puede degustar el caminante si lo desea. Después, y con la sidra haciendo ya de las suyas, quien quiera continuar la fiesta puede desplazarse hasta la hermosa calle Mon en el casco antiguo. Allí los bares y los pubs se adueñan de uno de los lugares más bonitos de la ciudad haciendo de la noche ovetense una noche especial.
Para Woddy Allen, Oviedo es una ciudad sacada de un cuento de hadas. Lo sea o no lo sea, Oviedo es una ciudad para ir a visitarla sin dudar.
Si aún así le quedan dudas, le proponemos un paseo virtual por la ciudad....
Información adicional
La Ruta del Caminante
Irene Fernández