martes, 9 de diciembre de 2008

Pamplona abre sus murallas al peregrino

Pamplona es la capital de la Comunidad Foral de Navarra y centro de la cuenca de Pamplona. Fue fundada en el 74 a. C. por el general romano Pompeyo sobre un poblado preexistente llamado Iruña, nombre que todavía recibe en euskera. Durante la Edad Media fue la capital del Reino de Pamplona y posteriormente del Reino de Navarra y por ello hoy es considerada por la mayoría del nacionalismo vasco la capital histórica de Euskal Herria. Se extiende a ambas orillas del río Arga y alcanza los 200.000 habitantes, los 320.000 si se incluyen los municipios que constituyen el área metropolitana de Pamplona.

Un buen punto de partida para comenzar la visita a esta hermosa ciudad es el que los peregrinos encontraban en el Portal de Francia o de Zumalacárregui, pues esta ciudad es el final de la segunda etapa del Camino de Santiago de quienes llegaban desde Roncesvalles. Tras haber atravesado el puente de la Magdalena, la entrada norte a la que nos referimos da acceso al Paseo del Redín, el cual alberga uno de los rincones más bonitos de la ciudad; en el punto más alto del casco antiguo, donde las murallas hacen esquina, se crea una pequeña plazoleta rodeada de edificios antiguos entre los que se cuenta el Mesón Banco, desde cuya terraza podremos contemplar el verde paisaje que rodea a la capital del viejo Reyno mientras tomamos un refrigerio. Entre otras cosas desde allí puede observarse el monte Ezcaba, en el que se situa el Fuerte de San Cristóbal. Allí sucedió uno de los hechos más trágicos de la Guerra Civil, pues sus instalaciones fueron utilizadas como campo de concentracióny cárcel para los antifranquistas. El 22 de mayo de 1938, 795 presos abandonaron el fuerte en el hecho conocido como la Fuga del Fuerte San Cristóbal, la más numerosa de la historia de España. De ellos sólo tres consiguieron escapar y cruzar la frontera con Francia; 211 fueron abatidos y el resto recapturados. De los detenidos, 14 fueron condenados a muerte, y fusilados el 8 de septiembre de 1938.

Siguiendo la estrecha y preciosa calle, que no paseo, del Redín, damos con la Catedral de Santa María, que, de factura gótica y fachada neoclásica (1387-1525), consta de tres naves de seis tramos, crucero, y ábside poligonal rodeado por girola. La catedral que conocieron los primeros peregrinos era románica, pero tras el desplome del coro, el rey Carlos III 'el Noble', decidió acometer una remodelación completa de todo el edificio acorde al estilo imperante. Es buen momento para hablar sobre uno de los más importantes legados de este famoso rey navarro: El Privilegio de la Unión.

En el entorno de la ciudad originaria, conocida como la Navarrería, surgieron nuevos núcleos de población a los que se llamaron burgos: por un lado San Nicolás, y por otro San Cernin, cuyos habitantes eran mayoritariamente francos. Cada uno de estos burgos poseía administración y privilegios propios, aunque bajo la autoridad del obispo. Esta estructura provocó frecuentes desavenencias y enfrentamientos desd e 1213, que culminarían con la destrucción de la Navarrería y la masacre de su población en septiembre del año 1276. Este terreno quedó totalmente abandonado durante casi 50 años. Al repoblarse volvieron a producirse enfrentamientos, hasta que las disputas fueron zanjadas tras la proclamación del Privilegio de la Unión por el rey Carlos III 'el Noble' en 1423, que unificó la ciudad destruyendo las murallas que separaban a los burgos.

Siguiendo abajo la calle de la Curia y de los Mercaderes, llegamos a la Plaza del Ayuntamiento. Impresionará su tamaño reducido a quienes alguna vez hayan visto la retransmisión del txupinazo sanferminero que cada seis de julio al mediodía se lanza desde la segunda planta de la Casa Consistorial. Este lugar se encuentra en el recorrido del prestigioso encierro. Si se va en dirección contraria a la que llevarían los toros encontraríamos la Cuesta de Santo Domingo, en la que se encuentra el antiguo Hospital de Peregrinos, hoy el Museo de Navarra; si por lo contrario continuamos el recorrido hacia la Plaza de toros, tendremos ocasión de ver la popular calle de Estafeta y la próxima Plaza del Castillo, centro neurálgico de la ciudad que alberga el Palacio de Navarra, es decir, la Diputación Foral. El casco antiguo hará las delicias de caminantes y amantes de la antigüedad, la historia y, por supuesto, la gastronomía, merced a los tradicionales pintxos.

A finales del siglo XIX se produjo la Gamazada, movimiento popular en defensa de los Fueros, cuya memoria los navarros decidieron perpetuar en 1903 construyendo el Monumento a los Fueros, pagado por suscripción popular, ante el Palacio de Navarra en el Paseo Sarasate.

Pamplona se encuentra rodeada de innumerables parques y zonas verdes, siendo la ciudad española con más zonas verdes por km² y la sexta de la Unión Europea. Las más recomendables son el parque de La Taconera, en el que hay animales como ciervos, pavos reales, o muflones; y la antigua Ciudadela, que combina el verde de la naturaleza y el gris frío de la piedra para acercar al visitante a un verdadero remanso de tranquilidad en el centro de la urbe.


Según el Anuario Económico 2007 de la Caixa, Pamplona merece una calificación 10 en cuanto a su nivel económico y de servicios; privilegio que comparte con San Sebastían. Además disfruta del nivel más bajo de delincuencia del país.

En cuanto a las infraestructuras culturales, destaca la inauguración en 2003 del Palacio de Congresos y Auditorio , también concocido como el Baluarte. Para el año 2016, Pamplona es una de las candidatas a Capital Europea de la Cultura.

Pamplona, capital del viejo Reyno, final de etapa del Camino Jacobeo, cuna de los Sanfermines, lugar de encuentro de unos y otros... histórico y digno rincón para el Caminante.

Información adicional

La ruta del caminante


Iñaki Sanjuán

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