martes, 25 de noviembre de 2008

El Bierzo, transición entre León y Galicia

Lo prometido es deuda. Esta semana el Caminante se desplaza otra vez allí donde León se junta con Galicia para esta vez recorrer toda la comarca del Bierzo. Después de visitar Ponferrada, capital de la zona, nuestro viajero particular recorre sus alrededores que entre otras muchas maravillas históricas acoge a Las Médulas, antiguas minas romana, y múltiples monasterios salpicados por sus inolvidables paisajes.

El Bierzo es la única comarca reconocida por la Comunidad Autónoma de Castilla y León, aunque se cree independiente por tener tanto rasgos gallegos como leoneses. El habla de sus gentes demuestra esta gracia causada por su localización geográfica: los bercianos hablan castellano con un cantarín acento gallego. La bandera de esta zona recoge la cruz de San Andrés y combina los colores blanco y azul. Estos colores hacen guiño al Sil, río por excelencia de la zona y afluente del Miño. El dicho popular dice aquello de: "El Sil lleva el agua y el Miño la fama". Ya se sabe entre gallegos y bercianos hay algo de amor-odio.


Si el Castillo del Temple era el icono de Ponferrada, el paraje de Las Medulas lo es de toda la comarca. Este Patrimonio de la Humanidad engaña al ojo del visitante. Quien hasta allí se desplace quedará embelesado de sus majestuosos paisajes y creerá que es obra y arte de la naturaleza. Pero no, el ser humano tuvo mucho que ver, eso sí fue hace ahora muchos muchos años. La importante riqueza en metales preciosos, fundamentalmente oro, que presentaba el Noroeste de la península explica el interés del Imperio Romano por la zona de cántabros y astures. La explotación aurífera de Las Médulas es la mayor de las que se conocen en el Noroeste del país y quien se atreve a afirmar que de todo el Imperio Romano.

Sin duda, el caminante se preguntará cómo los romanos conseguían obtener oro de esas enormes montañas. Una red de canales o "corrugi" captaban el agua en el nacimiento de los ríos y arroyos existentes de los Montes Aquilianos. El agua se transportaba a depósitos ("piscinae" o "stagna"), situados en la parte alta de la montaña, hasta llenarlos, para después soltarla repentinamente. A su paso por las galerías abiertas en las entrañas de la montaña se conseguía el derrumbamiento y el arrastre hacia los canales de lavado, las "agogae". Todo esto es explicado en la Aula Arquológica de Las Medulas, allí el viajero podrá encontrar respuesta a las múltiples preguntas que seguro le invaden viendo tal interesante lugar.

Además de los romanos, un conjunto de eclesiásticos vivieron durante la Edad Media en El Bierzo. Allí promovieron la vida eremítica mediante la formación de monasterios. Por eso, aquél que visite la zona se encontrará con uno de estos a cada paso. Sin duda alguna, los más relevantes son el Monasterio de Carracedo y el de Santiago de Peñalba.


El Monasterio de Santa María de Carracedo dejará boquiabierto al visitante. El hermoso paisaje de los alrededores y el amplio monasterio hacen que el turista se quede muy satisfecho de su visita. El monasterio se remonta al siglo X en el que el rey Bermudo II dona una finca para acoger a los monjes que huían de las incursiones de Almanzor. Aquel monasterio, fue restaurado en el siglo XII por la infanta doña Sancha. Entre sus paredes podemos distinguir una amplia serie de estilos arquitectónicos: románico de transición de la primitiva iglesia, construida en 1138, gótico del Mirador de la Reina), renacimiento (claustro, refectorio y sacristía), barroco y neoclásico (iglesia inconclusa). En 1.928 Santa María de Carracedo fue declarado Monumento Nacional.

Mientras, el Monasterio de Santiago de Peñalba, más humilde en cuanto a tamaño, esconde entre sus viejas paredes mucho encanto. Fue el monje eremita San Genadio quien siendo obispo de Astorga fundó este monasterio construido entre los años 909 y 916. La iglesia, por su lado, data de fechas algo posteriores y fue consagrada en el 1105. Es de destacar que, a pesar de la antigüedad, la construcción ofrece un aspecto exterior de un conjunto armónico y bien proporcionado en sus volúmenes.

Si la agradable visita ha abierto el apetito. No hay que olvidar los inmejorables manjares de esta tierra. Entre sus riquezas culinarias se encuentra el botillo, la androlla, los pimientos, la manzana reineta, la pera conferencia, las castañas, las cerezas y sus vinos de la variedad mencía bajo la Denominación de Origen del Bierzo.

Inormación adicional:


Más información: Turismo en el Bierzo

Para dormir: Turismo rural en el Bierzo

La ruta del caminante


Irene Fernández

martes, 18 de noviembre de 2008

Velencia sabe vivir

Es la tercera ciudad de España por importancia y población (según datos del Instituto Nacional de Estadística de 2007, 797.654 habitantes en el municipio y 1.738.690 habitantes en el área metropolitana). Es conocida popularmente como el Cap i Casal y la Capital del Turia. Fundada como Valentia Edetanorum en el año 138 a.C., Valencia es hoy una ciudad viva, llena de luz y música, y con buen clima. No obstante, no son sólo las palmeras, el sol o la brisa mediterránea lo que invita a cruzar sus numerosos puentes de un lado a otro, sino también, su legado histórico, su gran oferta cultural, su gastronomía y, en resumen, su vida.

Nada más llegar a Valencia parece algo lógico visitar la playa antes que nada, sobre todo si se viene del interior. Error. Eso es hacer turismo del rancio y lleva a gastarse el dinero en 'chiringuitos' cutres y caros. Valencia es una ciudad con muchísimas posibilidades e incluso hay mejores zonas donde tomar el sol que la playa, por ejemplo, el cauce seco del viejo río Turia, que hoy es un parque enorme y alegre, aunque no recomendable por las noches. Encontrar allí una sombra donde relajarse después de comer es fácil, sobre todo en las proximidades del Palau de la Música.

La historia de la ciudad y de las diferentes culturas que la han habitado son palpables tan sólo dando una vuelta por el Barrio del Carmen, o lo que es lo mismo, su casco antiguo, de cuyas murallas, ya sólo quedan en pie las Torres de Quart y las Torres de Serranos. El núcleo desde el que se puede partir atendiendo a la Valencia monumental es la plaza de la Virgen, donde se encuentran el Palacio de la Generalitat Valenciana, la Basílica de la Virgen de los Desamparados y la Catedral de Valencia, cuya torre campanario es conocida como la Torre del Micalet. El Barrio del Carmen también es conocido como el “barrio bohemio de Valencia”. Está repleto de restaurantes italianos, tiendas de ropa y discos, bares de copas y muchos cafés.


La Lonja de la Seda (1482-1498), monumento declarado Patrimonio de la Humanidad en 1996, es una de las obra más representativas del gótico civil en Europa y junto a ella también se sitúan el Mercado Central y la Iglesia de los Santos Juanes. La Iglesia de San Juan del Hospital, el Mercado de Colón o la Estación del Norte también son lugares de visita obligada.


También el barrio de l'Eixample (el ensanche) merece ser destacado, ya que prácticamente se constituye en un auténtico museo de la arquitectura art nouveau. Diseñado en forma de damero, cuenta con grandes vías ajardinadas.

Hablar de Valencia y hablar de cultura nos lleva irremediablemente a hablar de La Ciudad de las Artes y de las Ciencias, que, casi en la desembocadura del río, consiste en un complejo futurista que alberga paseos y estanques, museos y exposiciones de todas las artes, etc.




L´Umbracle es el pórtico de entrada, conformado por una sucesión de 55 arcos fijos y 54 arcos flotantes de 18 metros de altura, sobre los que crecen enrededares y que dan paso a una zona verde inmensa en la que se pueden encontrar miles de especies vegetales de magnífico colorido y valor botánico que a su vez esconden las esculturas de relevantes escultores contemporáneos.

El majestuoso edificio del Palau de les Arts Reina Sofía, diseñado por el arquitecto e ingeniero valenciano Santiago Calatrava, da cobijo a cuatro grandes salas destinadas a la representación de espectáculos de danza, teatro y ópera de todas las tendencias. L'Hemisferic, por su parte, se trata de un enorme cine IMAX que día a día impacta a niños y adultos merced a los avances tecnológicos más punteros en lo que a imagen se refiere. El prestigioso Museu de las Ciencies Príncipe Felipe y L'Oceanographic, completan esta majestuosa obra arquitectónica realizada para guardar en su interior majestuosas obras artísticas y de la naturaleza.

La capital valenciana también presenta una oferta amplísima en cuanto a conciertos, exposiciones, actividades y eventos de todo tipo. Se puede consultar en la Agenda Naranja, en la web de la sala de conciertos Greenspace, o en la del Instituto Valenciano de Arte Moderno (IVAM).

Como en la gran mayoría de los rincones de España, la comida típica es uno de los alicientes. En el caso de Valencia, está claro que no se puede abandonar la ciudad sin haber probado un arroz en la Albufera, al que bien podría seguir una buena siesta en la playa de El Saler. La horchata también es uno de los iconos gastronómicos de la región, de modo que la marca 'Chufi' no tiene demasiado sentido aquí. En la Capital del Turia hay numerosas horchaterías de calidad que harán las delicias de los golosos; es el caso de Santa Catalina, en la Plaza de la Reina. Sin embargo, el origen de la horchata se encuentra en el pueblo de Alboraya y un pequeño viaje en metro para conocer las raíces del néctar de chufa no está nada mal. Acompañando tradicionalmente a la horchata están los fartons artesanales. No olvidéis pedir uno.

Valencia es una ciudad redonda, busques lo que busques lo encuentras: cultura, gastronomía, sol, playa,... El buen vivir.


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La ruta del caminante



Iñaki Sanjuán Pérez

viernes, 7 de noviembre de 2008

Trujillo, cruce de caminos y tierra de conquistadores


A poco menos de 90 kilómetros de la capital extremeña, Mérida, se sitúa la ciudad de Trujillo en la provincia de Cáceres. Cuando se recorre la autovía que comunica Madrid con Extremadura se puede observar esta localidad levantada sobre un berrocal de granito rodeado de encinas y canchales. El alto se denomina “Cabezo de Zorro” y dicen que se eligió este emplazamiento para vigilar y dominar los límites entre el Tajo y el Guadiana.

Y es que Trujillo es una encrucijada, un cruce de caminos. Está a poco menos de 50 kilómetros de Cáceres, en una hora en coche se puede viajar a Guadalupe, otra bella ciudad Extremeña, a unos 80 kilómetros de Plasencia y a otros tantos de otra gran ciudad de la comunidad, Navalmoral de la Mata.

Al dejar la autovía y adentrarse en la ciudad a la imagen vienen enseguida los recuerdos de una época medieval. Piedras y muros con historia esperando ser descubierta. Una auténtica ciudad medieval se abre a los pasos de El Caminante. Esta ciudad tiene un vasto patrimonio cultural y artístico. Desde lo lejos se puede ver su impresionante castillo, levantado tiempo atrás para vigilar y defender la ciudad.

El peso de la Edad Media, y por ende, de la Religión fue muy grande en esta localidad extremeña. Prueba de ello son las numerosas iglesias entre las que se encuentran la de Santiago, la de San Martín, la de Santa María la Mayor o la de San Francisco. Pero la otra clase predominante en el Medievo, la nobleza, también dejó su impronta en la ciudad. Numerosos palacios se edificaron en Trujillo, unos recintos que hoy están abiertos al público para ser visitados. Entre ellos el palacio de los Duques de San Carlos, el del Marquesado de Piedras Albas o el palacio de Chaves.
Y es que la historia ha dejado en Trujillo una fuerte presencia de monumentos de la Edad Media pero también ha hecho que florezcan museos como el de la Coria el del Traje o el del Queso y el Vino, una parada obligada para que El Caminante pueda degustar los productos típicos de Extremadura y la comarca trujillana.

En Trujillo también nacieron personajes famosos que han aportado mucho a la historia. El conquistador de Perú, Francisco Pizarro, es un ilustre trujillano. Su estatua se levanta en la Plaza Mayor, en el centro de la ciudad. También Francisco de Orellana, quien intervino en la conquista de América, nació en Trujillo. Para recorrer los pasos de Pizarro El Caminante puede visitar la Casa-museo de Pizarro, situada en la ciudad.

Para finalizar la visita a Trujillo nada más apetecible que recorrer caminando el recinto amurallado y seguir hasta el centro de la ciudad, hasta la Plaza Mayor para disfrutar de la gastronomía extremeña y de la simpatía de sus gentes.


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La ruta de El Caminante










Para saber más sobre Trujillo

Isabel Barrena Ceborro

martes, 4 de noviembre de 2008

Ponferrada, entre templarios y peregrinos

Ciudad de templarios y peregrinos, la pequeña ciudad de Ponferrada esconde entre sus calles muchas leyendas e historias de otra época. Capital de la Comarca de El Bierzo en León, está situada en la confluencia de los ríos Sil y Boeza. Su famoso y popular castillo se puede ver desde todos los puntos de esta preciosa villa. Rodeada de campos de viñas, Ponferrada huele al buen vino y sabe al delicioso manjar de la zona, el botillo. El caminante se traslada hasta estas tierras del medievo que el Camino de Santiago atraviesa.

Ponferrada se ha transformado en los últimos años. Su aspecto ha cambiado para ser ahora una preciosa ciudad del Bierzo. Si nos remontamos a hace 50 años, la ciudad mostraba un aspecto muy distinto: desarreglada, rodeada de industria, minas y comercio. El castillo de los templarios que reina el lugar se encontraba deshabitado, abandonado. Sus calles sucias y grises no transmitían nada parecido a lo que irradian en la actualidad. Hoy en día, Ponferrada cuenta con una población superior a los 66.824 habitantes, según datos del Instituto Nacional de Estadística. Se encuentra modernizada, conectada, rehabilitada. Es digna de que el caminante la visite y cuente lo que allí se encuentra.

Nuestro viajero partirá del Castillo de Ponferrada ya que es, sin duda, el monumento más importante. En realidad, este castillo abarcaba todo lo que era la ciudad en la Edad Media. Conocido popularmente como el "castillo de los templarios", es un lugar magnífico para pasar un rato agradable entre leyendas y cuentos. Su historia se remonta al año 1178 cuando Fernando II de León permite a los templarios establecer una encomienda en Ponferrada, la primera fortificación se documenta así en 1187. Tras serias disputas con la Orden del Temple, Alfonso IX hace las paces y dona la villa a los temidos templarios. Con Fernando IV en el trono, se produce el juicio en tierras francesas contra la orden lo que ocasionó la disolución. Para evitar la confiscación de Ponferrada, se entregó al infante don Felipe. El castillo ha sido, por tanto, testigo del nacimiento y de la trayectoria de la hermosa ciudad.



Al salir del impresionante castillo, es preciso subir a la Basílica de La Encina de 1614 y de marcado estilo renancentista. Recibe el nombre de la patrona de la ciudad y de toda la comarca, la Virgen de La Encina, "La Morenica". Cuenta la leyenda, que el Santo Toribio, obispo de Astorga, trajo de Tierra Santa la talla de la Virgen y que la escondió para preservarla de las invasiones musulmanas. La imagen se perdió y siglos después, los templarios, mientras se aprovisionaban de madera, encontraron la talla oculta en el interior de una encina La construcción es de estilo renacentista con planta de cruz latina. Destaca, en su interior, el Retablo Mayor, en madera policromada, de la escuela de Gregorio Fernández. El retablo dedicado a la Virgen preside la basílica.
A la salida de la iglesia, de frente, encontraremos una peculiar calle, la Calle del Reloj. Esta tradicional vía comunica la plaza de la basílica con la del Ayuntamiento. A un lado y a otro de la curiosa travesía se pueden observar pequeñas tabernas que ofrecen vino y limonada (bebida típica de la comarca en Semana Santa) y ricas raciones de pimientos, bravas, y otros manjares. Además las tiendas de comida tradicional abundan por la zona. Si no nos desviamos llegaremos a la Torre del Reloj que fue la antigua puerta de la ciudad. A quien no le de miedo las alturas podrá subir por unas estrechas escaleras.

Atravesada la famosa torre, se llega a la plaza del Ayuntamiento, centro de la ciudad. Una amplia plaza da cobijo al robusto edificio de estilo barroco. El lugar es utilizado para las múltiples celebraciones de la ciudad. En navidad, se coloca la tradicional feria de artesanía, en semana santa se exhiben los pasos que salen en procesión, el mercado medieval de primavera también se coloca en este emplazamiento. Pequeñas callejuelas parten de la casa consistorial para llegar a la parte baja de la ciudad, en ellas podremos encontrar viejos negocios y bares tradicionales que el caminante seguro que sabe disfrutar.

Si el trayecto ha abierto el apetito, es momento de probar el tradicional botillo. Se trata de un producto cárnico elaborado con piezas troceadas procedentes del despiece del cerdo, condimentadas y embutidas en el ciego del cerdo que luego es ahumado y semicurado. Es típico en todo el Bierzo y se suele acompañar de repollo y patata, y por supuesto, un buen vino del lugar como un Godello o Tinto Mencía. De postre unas castañas en almibar dejaran al caminante satisfecho.


Ponferrada no es solo Ponferrada, sino toda la comarca que le acompaña. Pero eso, será para otro viaje. Habrá que coger aliento.

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La ruta del caminante

Irene Fernández