martes, 4 de noviembre de 2008

Ponferrada, entre templarios y peregrinos

Ciudad de templarios y peregrinos, la pequeña ciudad de Ponferrada esconde entre sus calles muchas leyendas e historias de otra época. Capital de la Comarca de El Bierzo en León, está situada en la confluencia de los ríos Sil y Boeza. Su famoso y popular castillo se puede ver desde todos los puntos de esta preciosa villa. Rodeada de campos de viñas, Ponferrada huele al buen vino y sabe al delicioso manjar de la zona, el botillo. El caminante se traslada hasta estas tierras del medievo que el Camino de Santiago atraviesa.

Ponferrada se ha transformado en los últimos años. Su aspecto ha cambiado para ser ahora una preciosa ciudad del Bierzo. Si nos remontamos a hace 50 años, la ciudad mostraba un aspecto muy distinto: desarreglada, rodeada de industria, minas y comercio. El castillo de los templarios que reina el lugar se encontraba deshabitado, abandonado. Sus calles sucias y grises no transmitían nada parecido a lo que irradian en la actualidad. Hoy en día, Ponferrada cuenta con una población superior a los 66.824 habitantes, según datos del Instituto Nacional de Estadística. Se encuentra modernizada, conectada, rehabilitada. Es digna de que el caminante la visite y cuente lo que allí se encuentra.

Nuestro viajero partirá del Castillo de Ponferrada ya que es, sin duda, el monumento más importante. En realidad, este castillo abarcaba todo lo que era la ciudad en la Edad Media. Conocido popularmente como el "castillo de los templarios", es un lugar magnífico para pasar un rato agradable entre leyendas y cuentos. Su historia se remonta al año 1178 cuando Fernando II de León permite a los templarios establecer una encomienda en Ponferrada, la primera fortificación se documenta así en 1187. Tras serias disputas con la Orden del Temple, Alfonso IX hace las paces y dona la villa a los temidos templarios. Con Fernando IV en el trono, se produce el juicio en tierras francesas contra la orden lo que ocasionó la disolución. Para evitar la confiscación de Ponferrada, se entregó al infante don Felipe. El castillo ha sido, por tanto, testigo del nacimiento y de la trayectoria de la hermosa ciudad.



Al salir del impresionante castillo, es preciso subir a la Basílica de La Encina de 1614 y de marcado estilo renancentista. Recibe el nombre de la patrona de la ciudad y de toda la comarca, la Virgen de La Encina, "La Morenica". Cuenta la leyenda, que el Santo Toribio, obispo de Astorga, trajo de Tierra Santa la talla de la Virgen y que la escondió para preservarla de las invasiones musulmanas. La imagen se perdió y siglos después, los templarios, mientras se aprovisionaban de madera, encontraron la talla oculta en el interior de una encina La construcción es de estilo renacentista con planta de cruz latina. Destaca, en su interior, el Retablo Mayor, en madera policromada, de la escuela de Gregorio Fernández. El retablo dedicado a la Virgen preside la basílica.
A la salida de la iglesia, de frente, encontraremos una peculiar calle, la Calle del Reloj. Esta tradicional vía comunica la plaza de la basílica con la del Ayuntamiento. A un lado y a otro de la curiosa travesía se pueden observar pequeñas tabernas que ofrecen vino y limonada (bebida típica de la comarca en Semana Santa) y ricas raciones de pimientos, bravas, y otros manjares. Además las tiendas de comida tradicional abundan por la zona. Si no nos desviamos llegaremos a la Torre del Reloj que fue la antigua puerta de la ciudad. A quien no le de miedo las alturas podrá subir por unas estrechas escaleras.

Atravesada la famosa torre, se llega a la plaza del Ayuntamiento, centro de la ciudad. Una amplia plaza da cobijo al robusto edificio de estilo barroco. El lugar es utilizado para las múltiples celebraciones de la ciudad. En navidad, se coloca la tradicional feria de artesanía, en semana santa se exhiben los pasos que salen en procesión, el mercado medieval de primavera también se coloca en este emplazamiento. Pequeñas callejuelas parten de la casa consistorial para llegar a la parte baja de la ciudad, en ellas podremos encontrar viejos negocios y bares tradicionales que el caminante seguro que sabe disfrutar.

Si el trayecto ha abierto el apetito, es momento de probar el tradicional botillo. Se trata de un producto cárnico elaborado con piezas troceadas procedentes del despiece del cerdo, condimentadas y embutidas en el ciego del cerdo que luego es ahumado y semicurado. Es típico en todo el Bierzo y se suele acompañar de repollo y patata, y por supuesto, un buen vino del lugar como un Godello o Tinto Mencía. De postre unas castañas en almibar dejaran al caminante satisfecho.


Ponferrada no es solo Ponferrada, sino toda la comarca que le acompaña. Pero eso, será para otro viaje. Habrá que coger aliento.

Información adicional

La ruta del caminante

Irene Fernández

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